La moda de la moda sostenible

Vivimos en un mundo lleno de mentiras y falsas verdades. Para darse cuenta de esto, no hay más que analizar discursos políticos o noticias de periodistas que marcan el pulso de nuestra sociedad. Encontraremos entre ellos una realidad de mercenarios del poder y de la información, cuyo objetivo principal es alcanzar sus propios intereses, sin importarles lo más mínimo el bien común o la ecología. ¿Quedaría fuera del populismo barato la moda sostenible?

Esto también queda patente en la venta de productos y la moda sostenible no iba a ser menos. En esta sociedad ultra capitalista, el objetivo es la venta y la recompensa, el dinero. Se premia siempre al que lo consigue, sea cual sea el modo en el que lo haga o la veracidad de su argumento. Al fin y al cabo, en el sistema en el que vivimos, lo importante siempre resulta ser el beneficio económico.

La moda sostenible importa

Dicho esto y centrándonos en el título del que pretende tratar este post, analicemos qué supone que esté de moda la moda sostenible.

 

¿Por qué es buena la moda sostenible?

Lo mejor de que lo bueno esté de moda, es que es bueno. Analizando la moda sostenible con perspicacia, sabemos que no siempre dentro de un recipiente aparentemente bueno, su contenido tiene por qué serlo. Vamos, que no es oro todo lo que reluce. Y es que el marketing de las emociones juega un factor clave.

Comprar moda sostenible nos hace sentir bien y justifica nuestra necesidad de consumo. Pensamos que con nuestra decisión de compra no solo estamos haciendo un bien para el medioambiente, sino que también contribuimos a que esta sociedad sea más justa. Y esto lo saben bien los oportunistas, ambiciosos inversores, agencias de marketing sin escrúpulos y grandes empresas canibalizadoras.

Pero, ¿es malo que algo bueno esté de moda? Realmente no.

Observemos esto con perspectiva. Peor sería que fuese lo malo lo que calase entre nosotros; que se promoviese lo injusto, lo xenófobo, lo esclavista, lo machista o lo racista, entre otros planteamientos que han estado tan arraigados en el pasado de nuestra sociedad. Que estuviese de moda justificar lo contaminante y dañino para el medio ambiente o la explotación laboral, si con esto les hiciese ahorrar un dinerillo a unos pocos.

Es decir, que la moda sostenible y ética sea tendencia es algo altamente positivo, aunque siempre haya quien se aproveche de ello haciendo uso del engaño populista dirigido a una masa aborregada para conseguir su objetivo.

La moda sostenible promueve que los consumidores estemos más atentos y nos fijemos que lo que compramos esté producido de forma cada vez más ética. El consumidor consciente, obliga a que las empresas operen de forma que el beneficio económico no sea lo más importante, sino que tomen protagonismo otros factores como el medioambiental o la justicia social, que enriquezcan el bien común.

Y aunque no siempre se consiga y ciertas empresas, al igual que ciertos políticos, hagan suyos los buenos editoriales que luego no ponen en práctica, pensamos que el engaño de hoy podrá ser la buena práctica del mañana.

 

La alternativa sostenible real a la moda sostenible

Somos una sociedad impulsada por el combustible del consumo. Con nuestras compras, alimentamos el motor que regula la velocidad con la que se mueve el mundo. Una muestra de ello, es que tan solo hay 65 años de diferencia entre el primer vuelo en aeroplano de los hermanos Wright y que Neil Armstrong se convirtiese en el primer ser humano en pisar la luna.

 

 

Es cierto que en estas últimas décadas la ciencia ha avanzado considerablemente. Hemos conseguido erradicar muchas enfermedades, pero también hemos generado otras nuevas. Hemos conseguido fabricar prótesis de alta tecnología que ayudan a muchas personas, pero también hemos fabricado muchas armas que las destruyen.

Todo esto hace que nos planteemos si realmente necesitamos avanzar tan rápido.

 

Todo tiene un precio

Tomemos como ejemplo el hecho de conducir un coche. Cuanto más pisamos el acelerador, más combustible inyectamos al motor. Esto hace que nos desplacemos más rápido quemando más combustible, agotando este recurso y contaminando más.  Y da igual el tipo de motor que sea: gasoil, gasolina o eléctrico. A mayor velocidad, mayor necesidad de consumo de energía y, como consecuencia, mayor generación de residuo para producirla.

Aunque los materiales del vehículo y su combustible se produzcan de forma sostenible, el gasto energético de las fábricas y el desgaste de los componentes será siempre proporcional a los kilómetros que éste haga; a mayor velocidad, más kilómetros hará en un menor tiempo y, como consecuencia, más residuo generará.

En este ejemplo, los que ganan son los que venden el combustible y los que fabrican el coche, sin olvidarnos tampoco de los que suministran todas la materias primas para fabricar el vehículo. Por este motivo, nos animarán a que conduzcamos todo lo posible y que cambiemos de vehículo tantas veces como podamos.

Es cierto que también, en todo el proceso, se crean puestos de trabajo. Estos puestos de trabajo permitirán que los trabajadores, con el dinero que obtienen, viajen más en coche, consuman más combustible y cambien de coche con mayor frecuencia.

Este es el círculo vicioso de una sociedad de consumo.

 

Ahora llevemos este ejemplo al tema de la moda sostenible

La moda sostenible busca, por definición, producir de forma más responsable, tanto social como medioambientalmente hablando. Utiliza materiales respetuosos con el entorno y trata de garantizar unas condiciones de vida justas a todas las personas implicadas en las cadenas de producción.

Esta es la explicación más bonita de la moda sostenible.

Si lo analizamos bien, la moda sostenible no deja de ser un mal menor. Es decir, tratamos siempre de buscar un método para que siga siendo viable alimentar las necesidades que el modelo de nuestra sociedad de consumo exige.

 

Entonces, ¿cuál es la alternativa más sostenible?

Lo tenemos claro: consumir menos. Soltar el acelerador y desplazarnos más despacio. Ser menos competitivos entre nosotros para poder vivir de forma más slow sin el peligro de quedarnos rezagados por culpa de la ambición del de al lado, sin ser sometidos a la crueldad del que se acostumbra a someter.

Pero no seamos ingenuos. En el sistema ultra capitalista que rige nuestras vidas, esto no deja de ser una utopía.

 

¿Qué moda es realmente sostenible?

Aplicar la lógica es lo que mejor resulta para una causa como esta. Tomar conciencia de que no es sostenible fabricar mucho y mal en vez de poco bien, de modo que lo que se fabrique dure mucho y se generen menos residuos.

A  nivel individual, estas son algunas pautas a seguir para apoyar una tendencia realmente sostenible:

  • Cuidar lo que ya tenemos para que nos dure lo máximo posible.
  • Tratar de reparar antes de desechar.
  • Tener en cuenta los productos de segunda mano.
  • Alquilar si solo lo queremos por un pequeño período de tiempo.
  • Si realmente necesitamos tener algo, comprar marcas sostenibles a tiendas éticas.

 

Conclusión

Como conclusión, pensemos que la moda de lo ético, ecológico y sostenible puede hacer que este sistema sea un poco menos agresivo con el medio ambiente y más justo con las personas. Y aunque solo sea por eso, es una moda que merece la pena.

Sabemos que el sistema no lo vamos a cambiar, pero si podemos elegir de qué forma participamos en él cada uno de nosotros.

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